Ante un rival de físico potente, buena técnica y sabiendo abrir el campo para evitar la presión, los nuestros sufrieron para recuperar el balón. Pese a marcar el primer gol, pronto sufrimos los arreones del Sant Andreu que se pusieron en dos ocasiones con dos goles de diferencia. Con el 4-2, el partido pintaba mal, muy mal. Sacaron el balón del fondo de las redes y en lugar de bajar la cabeza decidieron ir a por todas. Lucharon cada una de las pelotas cubriéndose las espaldas unos a otros. Ninguna pelota por pérdida, ningún jugador sin presión, ningún reproche ante el fallo. Un equipo. Una piña. Unos campeones que supieron mirar hacia adelante hasta conseguir el empate en la última jugada del partido. Bien Alejandro, sigue haciendo equipo.