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Benjamí E 12-2 Unificación Llefiá
Como siempre, comenzar la crónica agradeciendo en esta ocasión la asistencia de Lluis y Nico para reforzar el equipo. Gracias a ellos este domingo presentamos ocho jugadores en el campo. Estelares ambos, con 6 goles el primero y 5 el segundo.
A diferencia del partido contra el Pont de Marina, en cuya segunda parte se gestó el cambio de actitud en el equipo, de salida se obvió el juego combinativo que podían aportar ambos refuerzos con el fin de asegurar primero el resultado. Y así fue. Resolvíamos el encuentro con un 4-0 en el primer cuarto. Partido plácido, más que el ganado contra el colista, quizá porque la presión realizada por los nuestros fue muy intensa. De hecho, el más destacado del Llefiá fue el portero, evitando una goleada que pudo ser aún más escandalosa.
Concentración absoluta en la primera parte. Solo el asumir demasiados riesgos en sacar un balón jugado al borde de nuestra área propició un robo y posterior remate que sacó nuestro portero cuando parecía que el balón ya entraba. Vimos algunas bonitas jugadas, acertados cambios de juego. Los refuerzos que recibimos en estos últimos partidos no solo han servido para ganar, que es muy importante, sino también para cambiar la mentalidad del equipo y ayudar a crecer a varios jugadores del E, además de completar la plantilla y evitar jugar partidos con solo 5 ó 6 jugadores (con lo frustrante que ello es, como bien saben los que han padecido jugar partidos con menos de 7 jugadores). Así, vimos consolidarse en la posición de centrales a unos insustituibles Iago y Adri, combinando contundencia con salida de balón, o la gran presión de Martí y sus escapadas por banda izquierda que esta vez tuvieron la recompensa de un bonito gol.
Las escasas ocasiones del rival no fueron por sus méritos sino debido a despistes nuestros. En el primer gol dejamos que se plantaran solos delante del portero y el segundo nos lo metimos nosotros. En el último cuarto hubo desconexión entre líneas, producto quizá de cierto relajamiento por el resultado y también por algo de cansancio, pues como digo la presión realizada fue intensa.
Y aquí debería acabar esta crónica. Por desgracia toca reseñar ciertos lamentables incidentes de los que no nos enteramos hasta la conclusión del partido. Al pitar el final, uno de nuestros jugadores se fue al banquillo llorando, mientras le consolaban varios compañeros. Pensamos, ilusos de nosotros, que por rabia debido al gol en propia. Cuando los niños salieron del vestuario nos confesaron que varios padres (o seguidores) del Llefiá, colocados tras nuestra portería, les habían insultado (no escribiré las palabrotas que nos dijeron los chicos) y se habían burlado de ellos.
Ya padecimos la jornada anterior ciertos comentarios despectivos del entrenador del Don Bosco al final del partido, escocido por la derrota. Arrebato que podría entenderse en un jovencito, pero difícilmente en un hombre que pasaba de los 40 años. Con su edad debería haber aprendido ya a gestionar mejor la frustación, a encajar con elegancia las derrotas (a las que seguro estará más que acostumbrado). Por prudencia se obvió esa salida de tono en la crónica de ese partido, pero ante la gravedad que están adquiriendo ciertos incidentes, creo preferible hacerlos públicos.
Nosotros hemos sufrido derrotas duras, y tanto los niños como los padres las encajamos con deportividad, como no podía ser de otra manera. Los niños salen del campo con una sonrisa, aunque no les guste perder. Sin embargo, no es la primera vez que oigo comentarios prepotentes de padres de otros equipos hacia el nuestro, pero que adultos insulten a niños de 8 y 9 años me parece gravísimo. No sé si nuestro club hará algo a nivel institucional. Lamentablemente la falta de educación y la estupidez humana tienen difícil solución. No quiero ni pensar qué barbaridades soltarían por la boca esos seguidores del Llefiá en los partidos que perdieron 15-1 y 16-0. Tal vez les fastidió, como al entrenador del Don Bosco, que no fuéramos el sparring al que contaban ganar.
A mi hijo, como a sus compañeros, les gusta jugar a fútbol. Yo lo apunté no para convertirlo en profesional, sino para que hiciera deporte, el deporte que más le gusta, que aprendiera los valores implícitos en el deporte en equipo, y que hiciera amigos fuera de su círculo habitual. Prefiero estar en un club y en un equipo con principios, donde se luche al máximo para ganar pero se tenga claro que para ganar no todo vale. Donde trabajemos para mejorar día a día, sabiendo tras la derrota que el trabajo duro es el único camino hacia la victoria y no nos escudemos en excusas ni en echar la culpa al árbitro, al rival o a los compañeros, intentando aprender de nuestros errores para no repetirlos. Donde comportarnos como auténticos deportistas y respetar a entrenadores, compañeros, árbitros y rivales, y si algún día cualquiera traspasa ciertas líneas se corten de raíz las actitudes fuera de lugar.
Yo ya le he dicho a mi hijo que la próxima vez que pase algo así lo comunique inmediatamente al árbitro. Seguramente no hará nada, pero el primer paso es intentar que lo haga constar en el acta arbitral. Por mi parte, se acabó ver tranquilamente los partidos. Ahora tendré que colocarme, allí donde se pueda, tras la portería de mi hijo para impedir que él y sus compañeros sean acosados por una pandilla de descerebrados.
Força Sants!
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